El inicio
Far Away
El verano ha pasado tan rápido, y ni bien lo noto el frío está en toda la cuidad.
Con el frío vuelven los largos silencios, las tardes de domingo en casa con una taza de té humeante sobre la mesa principal, y de fondo alguna serie en el top 10 de Netflix
Pero para mí con el frío, inevitablemente viene tu recuerdo, tan grato, tan real y tan lejano.
En mis días de juventud hace unos 10 años, cuando tú esencia estaba en todas partes, tu voz bulliciosa, tu risa indiscreta, ahí estabas para llenar todos los espacios oscuros de todos los colores posibles, nunca lo supe, sino mucho después, producto de la madurez, que al final mis errores se llenarían de un silencio peor que al que trae el invierno.
Es extraño como una persona adulta vive de los remordimientos, no hacer esto no hacer aquello, y yo vivo de ellos también, vivo de un abrazo que no existió, de un beso que no concrete, de una confesión tímida de una chica de 25 años.
Tener casi 38 años solo hace que extrañe los buenos días, aquellos donde no hay visitas al médico, dolores de estómago y de espalda producto del estrés y del trabajo.
Siempre fui una persona coherente y centrada, tratando de solucionar los problemas de abarcar todas las áreas posibles, pero al final del día solo era una pequeña niña asustada, y en esos momentos estabas, tu mano amorosa sostenía todo mi teatro de mujer fuerte, y todas esas veces no lo vi, no vi tus ojos anhelantes y mis erráticos movimientos que se dirigían en automático hacia vos, no, estaba cegada.
El tiempo pasaba sin detenerse, porque el día llega a tiempo así como la noche, no espera, no hay pausas ni medio tiempo, quizá en algún momento de mi vida pensé que teníamos tiempo, estaba equivocada, mucho. Entre bastidores, comidas rápidas mi corazón se sintió aliviado por tenerte creyendo que allí estarías cuando quería, el yo egoísta presente, nunca pensé en lo que querías, no lo hice
Mientras espero que el agua salte a hervor en mi departamento tan ridículamente gigante dejo inundarme por vos por eso viejos hábitos de recordarte con todas mis fuerzas, quizá una manera desesperada de sobrevivir a tu ausencia.
Me pregunto si alguna vez mi ser tan tosco te repelía, cuando me abrazabas y yo tiraba de ti o cuando no daba gran cosa a tus venidas a mi departamento porque si eran gran cosa, incluso sobre el escenario cuando nuestros ojos se
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