05: Viviendo en la tierra.

Parte 01: Winter.

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Yoo Jimin estaba a salvo en la casa de sus abuelos, efectivamente su abuelo la había encontrado. Su cuerpo estaba congelado, y la gatita que era completamente negra, estaba cubierta de nieve. Pero Jimin no aceptó moverse de ahí si no la dejaban llevar a Winter.

La abuela le preparó un baño caliente y le prometió que cuando saliera de ahí, Winter ya estaría limpia y abrigada para que pudieran seguir compartiendo.

Se bañó rápidamente y luego corrió hasta la cocina, donde Winter dormitaba a un costado de la estufa. La abuela, tal como había prometido, le había dado un baño y la tenía secándose sobre una manta vieja.

—Jisung. —Minhee llamó en voz baja a su marido, quien se acercó con el mismo sigilo y observó lo que ella apuntaba. La pequeña Jimin estaba sentada en el suelo al lado de la gata y le hablaba como si fuera su mejor amiga. —Yo creo que tiene el mismo don que tenía tu mamá, ella hablaba con los animales de una forma diferente, parecía que ellos entendían todo lo que ella les quería decir.

Jisung sonrió, su nieta no solo tenía esa habilidad, sino que también tenía un gran parecido a su mamá.

Minhee preparó leche y su nieta junto a su gatita se sirvieron.

Minjeong estaba completamente aterrada, pero le gustaba la comida y no iba a rechazar un tazón de leche tibia. Sabía dónde estaba, conocía un poco a las personas a su alrededor, pero eso no la distraía de la realidad.

Le gustaba estar junto a Jimin, pero en su cabeza todavía pensaba en formas para poder volver a su mundo, llegar a casa y compartir con Aeri. Pero ella escuchó muy bien las palabras de Jimin. Lo había deseado y ahora estaba destinada a ese cuerpo y a vivir en ese lugar.

Quiso gritar, pero lo único que salió de ella fue un adorable maullido que terminó con Jimin abrazándola más fuerte. Increíblemente, eso la ayudó inmediatamente a sentirse mejor. Después de todo, estaba ayudando a sentirse mejor a la humana que quería.

Después de comer, la abuela le anunció que Winter debía dormir afuera con el resto de los animales, pero después de un ataque de llanto (algo manipulador) logró enrollarse en su cama con la gatita en sus brazos. Esa noche, las dos durmieron con una única tranquilidad. Minjeong supuso que podría acostumbrarse a eso.

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Parte 02: La noticia.

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Aeri estaba orgullosa de su trabajo, todos sus mentores le decían que si continuaba trabajando así, pronto sería enviada a la tierra sin supervisión para poder hacer pequeñas tareas. Ella sonreía en forma de agradecimiento, sabía que se lo merecía porque nadie trabajaba tanto como lo hacía ella. Pasaba la mayor parte de sus días estudiando para ser la mejor en todo lo que hacía, tenía una libreta donde escribía todo lo que aprendía sobre los humanos. Su sueño era ser una escritora reconocida por todas las Almas debido a su contribución sobre el estudio de los humanos.

Se despidió de su mentor y estiró su cuerpo, estaba agotada porque el viaje había durado más de lo que habían programado. Las instrucciones decían que lo siguiente para ella era ir a la zona de curación y recargarse para poder dormir bien esa noche, pero a ella no le gustaba y no formaba parte de su rutina personal. Aunque ya no eran tan inseparables como antes, ella sabía lo mucho que Minjeong apreciaba escuchar todo sobre sus aventuras en la tierra y como paga, su amiga la ayudaba a recargarse.

Terminó de rellenar todos sus formularios y se apresuró para irse a su pequeña habitación, pero cuando estaba lista para salir del edificio, una mujer con varias medallas colgando de su camisa la detuvo.

—Capitana Hwang ¿Eres Aeri? —La joven Alma asintió un poco asustada. No era habitual que autoridades se acerquen a hablar a simples almas como ella a no ser que estén metidas en problemas. —Ven conmigo, necesito conversar contigo. En privado.

Aeri no se pudo rehusar y caminó detrás de la alma cuya altura era promedio, pero que la intimidaba bastante por su aura. Lo extraño fue, que en vez de llevarla a una oficina donde se encontraban los capitanes, la llevó a una sala de transportanción común y corriente.

—Capitana, ¿puedo saber para qué requiere mi presencia?

—Usted conoce muy bien a Minjeong y Sakura ¿No? ¿Las consideraría sus amigas?

La mención de Minjeong la asustó de inmediato. La capitana tenía un rostro duro y aunque no se encontraban en un lugar formal para hacerlo, sentía que estaba siendo interrogada. —Conozco a Sakura, pero decir que Minjeong es mi amiga se siente poco. Ella y yo somos como hermanas, hemos vivido juntas toda la vida.

Aeri se encontraba en un estado de tensión palpable, sintiendo que cada momento que pasaba sin que Hwang revelara lo que tenía que decirle era una eternidad. Finalmente, rompiendo el silencio tenso, Hwang dijo: "Lamento informarte que hay malas noticias que debo comunicarte. Hemos descubierto todas las irregularidades en las que Sakura ha incurrido, y se ha decidido castigarla. ¿Estabas al tanto, verdad?" La capitana, leyendo la preocupación en el rostro de Aeri, comprendió de inmediato que temía estar en problemas y que el propósito de la llamada era probablemente para enfrentar alguna reprimenda. —No te preocupes—, dijo con calma la capitana, tratando de tranquilizarla, —no estás en problemas. Los castigos necesarios ya han sido impuestos.

—Lo sabía e intenté impedirlo, pero Minjeong no tenía nada que ver con todo eso.

—Minjeong tampoco ha sido castigada.

Sintió que todo su cuerpo comenzaba a desactivar el modo alerta, por supuesto que Sakura le preocupaba, pero apenas la idea de que a Minjeong le hubiera pasado algo se sentía como una apuñalada. Minjeong era su mundo.

—¿Qué ha pasado con Sakura?

—Ha tomado la decisión de exiliarse en la tierra, quién sabe por cuánto tiempo permanecerá allí. Es lamentable; me habían asegurado que ella era una de las buenas. —Hwang deslizó su mano dentro de su abrigo y extrajo un pequeño caramelo de color rosado. Aeri no reconoció la marca y supuso que era un dulce terrestre. Si bien no estaba prohibido traer cosas desde la tierra, resultaba peculiar que alguien de la jerarquía de Hwang decidiera hacerlo. —Son una delicia. —Explicó, como si pudiera leer los pensamientos de la joven Alma. —Los humanos tienen un gusto culinario excelente; es comprensible que nos inclinemos más por su comida que por la nuestra. Enamorarse de su gastronomía está bien, pero ¿enamorarse de un humano? Es ridículo. —Aeri captó su frustración; ella tampoco comprendía la relación entre Sakura y Chaeyeon, ni la obsesión que Minjeong tenía por Jimin. Sin embargo, en ocasiones reflexionaba sobre la posibilidad de que, dado que tales relaciones se habían dado más de una vez, quizás no eran tan absurdas como las Almas las pintaban.

—Pero bueno, no era de eso de lo que quería conversar contigo. —Esa frase golpeó a Aeri como una bofetada. Todo el discurso anterior había sido simplemente una introducción para lo que probablemente sería la peor noticia que ella podría recibir. —Ocurrió algo que tal vez no importe a nadie más, pero yo una vez estuve en tu lugar, ¿sabes? —La mujer parecía dar vueltas y más vueltas en su narración, haciendo que para Aeri resultara un tanto difícil seguir el hilo de la conversación. —Mis padres murieron después de someterse a trabajos que los agotaron demasiado como para recargarse, dejándome huérfana a los seis años. Fue entonces cuando conocí a mi mejor amigo de toda la vida. Dos pequeñas Almas sin familia que pasaron tanto tiempo juntas que terminaron formando su propia familia. ¿Te suena familiar la historia?

Esa última pregunta había sido suficiente para que Aeri entienda que todo esto se trataba de Minjeong.

—Son murió cuando tenía veintidós años. —Por su tono, era evidente que esa pérdida aún le causaba un profundo dolor. —Un humano lo apuñaló repetidamente, y cuando logró regresar, ya era demasiado tarde. Como huérfana, supongo que estás al tanto de lo que sucede con las Almas que mueren sin familia. Se incineran y sus cenizas se utilizan como energía para alimentar las numerosas tecnologías que necesitamos para conectarnos con los humanos. —Aeri conocía este proceso y le repugnaba pensar en ello; incluso después de muertas, las Almas seguían siendo explotadas simplemente por no tener a alguien que las reclamara. —En su momento, habría deseado poder encargarme de su cuerpo, tener una tumba donde dejar recuerdos y sentir su energía al tocar la lápida.

—¿